COSMOVISION
Por: Witurio Yuyarima,
Miguel Caritimari
El mundo empieza cuando el
primer hombre kukama, llamado Kémarin, nació de una gran mujer boa y, al nacer,
recibió el poder de su padre, Kémari. Al hacerse joven escuchó voces desde el
agua de donde salió, que le decían: “Hijo, en el lugar donde estás no sólo eres
tú quien vive, hay más personas, animales y otros seres, a todos ellos los
verás en tus sueños (visión) y los gobernarás para toda la vida”. Antiguamente,
Kémari era un viejo bueno, tranquilo, que vino a la tierra y preñó a la boa
para que de allí saliera el pueblo kukama. Era así por haber cumplido con las
dietas y conductas. Es llamado Kémari porque las palomas lo llevaron hasta el
último espacio del mundo para mirar desde allí a sus hijos kukama, que nacen y
mueren. Él ya no es persona de la tierra, es del espacio llamado cielo; se convirtió
en ángel.
El mundo está sostenido por
cuatro hombres de dos cabezas, son hombres gigantes que lo están cargando. Su
color es negro en todo su cuerpo, no comen, tienen bastante fuerza para
resistir el peso del mundo kukama-kukamiria. Cuando se cansan y se cambian para
cargar la tierra, hacen el temblor, entonces decimos que los hombres negros se
están cansando.
Los primeros tsumi, chamanes
ayahuasqueros, conocen por medio de sus visiones que tenemos cinco espacios en
donde se encuentran los seres de la naturaleza y los seres invisibles:
- Primer Sol: donde está la
ciudad debajo del agua, donde viven los seres kuarara y el Muiwatsu, boa
grande.
- Segundo Sol: donde está el
agua con sus animales, y la sirena.
- Tercer Sol: donde se
encuentra el pueblo kukama-kukamiria y sus bosques, los seres de la naturaleza
(terrestres y aéreos) y los seres invisibles.
- Cuarto Sol: donde está la
ciudad de las almas.
- Quinto Sol: donde está
Dios, el ángel Kémari y el Cóndor mama.
Los llamamos así porque
pensamos que el Sol atraviesa los cinco espacios del mundo.
Primer Sol, Wepe Kuarachi
Allí se encuentran los seres
que viven bajo la tierra, debajo del agua. En este espacio viven los kuarara,
que se tapan con sus gorras de rayas (peces), con sus pies redondos, anchos.
Viven en dos casas de pura tierra. Tienen sus crías, las taricaya mamas (madres
de las tortugas acuáticas) y su cría el tigre. También se encuentra un inmenso
Muiwatsu (boa) que bota burbujas al mundo de los peces y que se encarga de
jalar a los espíritus de los muertos malos para convertirles en otra boa. En
este primer espacio hay una espesura de poca agua, con tierra. En el medio
viven seres que el dios kukama, Kémari, castigó. Este Muiwatsu era espíritu
malo de brujo, que mataba a cualquier persona; por ese motivo Kémari no recibió
su alma y lo pone en las cochas (lagos) remontadas o bajo el agua para que
cumpla desde allí todas sus faltas que ha cometido. El Muiwatsu es madre de las
cochas, al cabecear hace temblar toda el agua. Los seres kuarara le dicen a su
cría, el tigre, que lo agarre al Muiwatsu del rabo para que no salga de la
cocha; entonces el tigre corre a sujetarlo. La boa grande hace mucha fuerza,
quiere escaparse. Los kuarara le dicen a su cría taricaya mama: “Anda, ayuda al
tigre, con tu peso aprieta a ese Muiwatsu para que no escape de la cocha, él es
quien siempre nos ayuda a sujetar la tierra. Si sale, hará remolinos grandes
(muyunas)”.
Segundo Sol, Wepe Mukuika
Es donde viven los peces,
lagartos, bufeos, el paiche y las boas pequeñas. Aquí vive la Ipira mama con su
cabello largo. Ella es la dueña del agua, ella decide que merme o crezca el
agua de los ríos y las cochas. Desde allí conversa con el tsumi (chamán kukama)
para decirle algo que va a suceder en el río.
Tercer Sol, Mutsapirika
Es habitado por la gente del
pueblo kukama-kukamiria, animales, plantas, gente muerta, seres naturales,
curanderos. Este espacio está boyado o flota en el agua. Antes de construir
nuestras casas conversamos con los espíritus del bosque y pedimos que nos den
los materiales que necesitamos. Cuando queremos sembrar, pescar o ir de cacería
se les pide a los dueños o “madres”, espíritus que existen en el monte, en el
agua, en la tierra, en el árbol y otros lugares como en la colpa, la cocha, la
quebrada o en la chacra. Cuando se pone trampa, se les tiene que pedir o hablar
algo diciendo bien. Sinó, estos espíritus no hacen posible que los animales
caigan en las trampas puestas, es decir, hacen correr a sus crías.
Al pie de un huasai
(palmera) está la “madre” de los animales del monte: el Shapishico. A él no le
gusta que se disminuyan sus crías, por eso arranca la soga de la trampa
elástica para que salga el majás (roedor) y el venado, y la trampa se queda
arqueada, sin resistencia, por la fuerza del animal.
Cuando se encuentran aguajes
(palmeras) en la época de producción y alguien corta un tronco, esos aguajes
son protegidos por sus “madres”. Ellos son los dueños del aguaje, usan camisas
rojas, pantalones negros y sombreros; ellos cuidan sus plantas. Si alguna
persona va a destruir aguajales, las “madres”comienzan a llamar al viento con
su poder y precisamente viene un ventarrón sin ninguna lluvia y con este fuerte
viento la persona que está tumbando el aguaje se desmaya, con esos malos olores
que atrae el viento, ya sea olores de palos podridos, algunas resinas o algún
animal muerto. En todos estos malos olores que recibe, el hombre comienza a
debilitarse por el daño que hace la “madre” del aguajal. En el aguajal existen
todo tipo de plantas medicinales y plantas hechiceras. Todas ellas tienen sus
“madres” y con todas se relaciona el médico ayahuasquero, tsumi.
Hay una casa donde el tsumi
cocina su ayahuasca. Después de cocinarla, se va más allá, a un lugar
silencioso para tomar la ayahuasca y se sienta en una banquita icarando
(llamando a los espíritus) con cigarro mapacho; con la otra mano agarra la
shacapa (atado de hojas, para espantar a los malos espíritus). A su lado va a
poner el afrecho del ayahuasca que saca de la olla; la olla seguirá humeando
hasta que quede pura esencia de ayahuasca. Debe tener una planta de chacruna
para mezclar con el ayahuasca, porque sin esta mezcla no hace efecto, no hace
ver visiones. También debe tener un tronco de tabaco (cigarro mapacho) que se
utiliza en el mismo momento para que se acerque la “madre” del ayahuasca. Si el
tsumi en su visión ve que hay una vela prendida dentro de una casa, significa
que va a haber muerte en esa casa. Antes que muera la persona, su alma anda
vagando por el espacio, anda volando en el aire. Antes, cuando alguien moría,
las familias abandonaban las casas, de pena, y las hojarascas secas se
amontonaban sobre el techo.
Cuarto Sol, Iruaka
Es la ciudad más grande de
las almas. Ellas se relacionan con el médico ayahuasquero que vive aquí, en el
tercer espacio. Viven ahí personas buenas, aves, también hay estrellas,
candela, un camino por donde llegan los muertos de la tierra a la casa donde
juzgan a los buenos y malos. Se sabe que dentro de la casa grande de las almas
hay miles y miles de velas. Son velas de la gente que viven aquí en la tierra.
Las velas enteras y bien prendidas son las de la gente que va a tener larga
vida; las velas delgadas que están por terminar son para las personas que no
van a tener larga vida, y las velas que están terminándose son para la gente
que están en días de morir o de los más ancianos.
Al lado de la casa grande
hay un fuego ardiente donde son quemadas las almas malas; las almas que viven
dentro de la casa grande ellos las hacen cumplir sus castigos por los malos
actos que hacían aquí en el mundo con sus parientes. En cuanto llega el alma
malo al pie de una cruz grande que está al comienzo de la carretera, los
pájaros mai-mai, comienzan a gritar fuertemente. Al escuchar que gritan, las
almas de la casa grande vienen por las carreteras a encontrar el alma para
llevarle a la casa de ellos. Allí en la casa grande hay almas que son
guardianes que cuidan las velas y también vive el primer curaca kukama, quien
llegó primero a esa casa. Los muertos malos son quemados en la candela. La
ceniza lo riegan y forman las nubes del cielo. Sus espíritus se forman en boas,
tigres, aves extrañas. Y viven llamando en lugares peligrosos, en los bosques
oscuros y en sus chacras.
En las casas que se
encuentran entre las flores, pájaros, estrellas, nubes pequeñas, con los
mai-mai sobre la cumbrera (techo), viven las almas de los muertos buenos. Ellos
viven allí sembrando camote para que coman los muertos que van a venir. La
carretera del cielo está cubierta de flores. A ambos lados están los pájaros
mai-mai chupando las flores.
También hay dos señales que
son camino del Sol y camino de la Luna. El camino del Sol está más arriba que
el camino de la Luna porque estando cerca del tercer espacio, afectaría mucho a
la gente y a otros seres. Por eso Dios lo colocó en el último espacio, casi a
su nivel, y a la luna más abajo. Porque si el camino hubiera sido unido, en
cualquier momento habría eclipses. Por eso Dios hizo con su poder que cada cual
tenga sus caminos para caminar.
Quinto Sol, Pichka
Es de color celeste, en él
se encuentra Dios rodeado de sus ángeles en medio de las nubes grandes; desde
allí nos mira. También está el dios kukama, Kémari, una paloma transformado en
ángel. Dios es el anciano, vive en su techado, solamente sus ángeles lo hacen
sentar. Dios dice a sus ángeles: “Hijos, a ver, arranquen mi pelo para mirar si
es blanco”. Entonces ellos hacen como si le jalaran su pelo, pero no le
arrancan ningún pelo. Mientras que Dios no los ve, con la otra mano arrancan su
pelo de ellos. Arrancando su pelo, lo hacen mirar. “Dios padre”, le dicen,
“aquí esta tu pelo”. Dios padre dice: “¿Verdad que este será mi pelo? Porque yo
lo veo que está negrito”. Después de eso, nuevamente los ángeles lo hacen echar
en su pesebre. Si Dios padre mirara que su pelo es blanco, en ese preciso
momento se levantaría y vendría aquí a la tierra para hacer su juicio final y
crear otro nuevo mundo.
También, más abajito, se
encuentran los cerros y, elevado en medio de eso, vive el Cóndor mama. Él es
jefe de todas las aves de la tierra, desde allí mira a las otras aves para
poder ordenarles qué hacer.
Cuando el mitayero (cazador)
ve que el venado o la sachavaca caen en la trampa, pero que el animal haciendo
fuerza se arranca la soga y corre, al no poderlo alcanzar, solamente lo
maldice, diciendo: “Has corrido llevando la soga, morirás allí y te va a comer
el Cóndor mama”. Entonces, de cansancio, el venado se enreda en una rama y se
muere. El mitayero se comunica con el Cóndor mama y le dice: “Cóndor mama,
usted que miras desde lo alto, te invito que vengas acá al mundo a comer el
venado podrido”. Entonces baja el Cóndor por su camino por donde alumbra con la
luz del rayo, aquí al mundo. Después de comer, nuevamente sube al cielo por el
mismo camino hasta llegar al cerro más elevado.
Antiguamente el Sol estaba
casado con la Luna, pero un día se amargó con ella por el mal comportamiento de
sus hijos, las Siete Cabrillas (estrellas), que cuando salían a pescar
regresaban tarde a la casa. Entonces un día pelearon hasta decidir se-pararse.
La Luna cogió a sus hijos y se los llevó, lloró junto con ellos y subieron al
espacio, arriba de la ciudad de las almas, un poco más abajo de donde vive
Kémari. De esa manera la Luna sale a alumbrar junto con sus hijos en la noche.
El Sol se fue solo, por otro lado. Pero Kémari, al ver que estaban peleando, se
amargó. El Sol se hizo rojo, por avergonzado, y allí quedó hasta el día de hoy.
COSMOVISION
Por: Witurio Yuyarima,
Miguel Caritimari
El mundo empieza cuando el
primer hombre kukama, llamado Kémarin, nació de una gran mujer boa y, al nacer,
recibió el poder de su padre, Kémari. Al hacerse joven escuchó voces desde el
agua de donde salió, que le decían: “Hijo, en el lugar donde estás no sólo eres
tú quien vive, hay más personas, animales y otros seres, a todos ellos los
verás en tus sueños (visión) y los gobernarás para toda la vida”. Antiguamente,
Kémari era un viejo bueno, tranquilo, que vino a la tierra y preñó a la boa
para que de allí saliera el pueblo kukama. Era así por haber cumplido con las
dietas y conductas. Es llamado Kémari porque las palomas lo llevaron hasta el
último espacio del mundo para mirar desde allí a sus hijos kukama, que nacen y
mueren. Él ya no es persona de la tierra, es del espacio llamado cielo; se convirtió
en ángel.
El mundo está sostenido por
cuatro hombres de dos cabezas, son hombres gigantes que lo están cargando. Su
color es negro en todo su cuerpo, no comen, tienen bastante fuerza para
resistir el peso del mundo kukama-kukamiria. Cuando se cansan y se cambian para
cargar la tierra, hacen el temblor, entonces decimos que los hombres negros se
están cansando.
Los primeros tsumi, chamanes
ayahuasqueros, conocen por medio de sus visiones que tenemos cinco espacios en
donde se encuentran los seres de la naturaleza y los seres invisibles:
- Primer Sol: donde está la
ciudad debajo del agua, donde viven los seres kuarara y el Muiwatsu, boa
grande.
- Segundo Sol: donde está el
agua con sus animales, y la sirena.
- Tercer Sol: donde se
encuentra el pueblo kukama-kukamiria y sus bosques, los seres de la naturaleza
(terrestres y aéreos) y los seres invisibles.
- Cuarto Sol: donde está la
ciudad de las almas.
- Quinto Sol: donde está
Dios, el ángel Kémari y el Cóndor mama.
Los llamamos así porque
pensamos que el Sol atraviesa los cinco espacios del mundo.
Primer Sol, Wepe Kuarachi
Allí se encuentran los seres
que viven bajo la tierra, debajo del agua. En este espacio viven los kuarara,
que se tapan con sus gorras de rayas (peces), con sus pies redondos, anchos.
Viven en dos casas de pura tierra. Tienen sus crías, las taricaya mamas (madres
de las tortugas acuáticas) y su cría el tigre. También se encuentra un inmenso
Muiwatsu (boa) que bota burbujas al mundo de los peces y que se encarga de
jalar a los espíritus de los muertos malos para convertirles en otra boa. En
este primer espacio hay una espesura de poca agua, con tierra. En el medio
viven seres que el dios kukama, Kémari, castigó. Este Muiwatsu era espíritu
malo de brujo, que mataba a cualquier persona; por ese motivo Kémari no recibió
su alma y lo pone en las cochas (lagos) remontadas o bajo el agua para que
cumpla desde allí todas sus faltas que ha cometido. El Muiwatsu es madre de las
cochas, al cabecear hace temblar toda el agua. Los seres kuarara le dicen a su
cría, el tigre, que lo agarre al Muiwatsu del rabo para que no salga de la
cocha; entonces el tigre corre a sujetarlo. La boa grande hace mucha fuerza,
quiere escaparse. Los kuarara le dicen a su cría taricaya mama: “Anda, ayuda al
tigre, con tu peso aprieta a ese Muiwatsu para que no escape de la cocha, él es
quien siempre nos ayuda a sujetar la tierra. Si sale, hará remolinos grandes
(muyunas)”.
Segundo Sol, Wepe Mukuika
Es donde viven los peces,
lagartos, bufeos, el paiche y las boas pequeñas. Aquí vive la Ipira mama con su
cabello largo. Ella es la dueña del agua, ella decide que merme o crezca el
agua de los ríos y las cochas. Desde allí conversa con el tsumi (chamán kukama)
para decirle algo que va a suceder en el río.
Tercer Sol, Mutsapirika
Es habitado por la gente del
pueblo kukama-kukamiria, animales, plantas, gente muerta, seres naturales,
curanderos. Este espacio está boyado o flota en el agua. Antes de construir
nuestras casas conversamos con los espíritus del bosque y pedimos que nos den
los materiales que necesitamos. Cuando queremos sembrar, pescar o ir de cacería
se les pide a los dueños o “madres”, espíritus que existen en el monte, en el
agua, en la tierra, en el árbol y otros lugares como en la colpa, la cocha, la
quebrada o en la chacra. Cuando se pone trampa, se les tiene que pedir o hablar
algo diciendo bien. Sinó, estos espíritus no hacen posible que los animales
caigan en las trampas puestas, es decir, hacen correr a sus crías.
Al pie de un huasai
(palmera) está la “madre” de los animales del monte: el Shapishico. A él no le
gusta que se disminuyan sus crías, por eso arranca la soga de la trampa
elástica para que salga el majás (roedor) y el venado, y la trampa se queda
arqueada, sin resistencia, por la fuerza del animal.
Cuando se encuentran aguajes
(palmeras) en la época de producción y alguien corta un tronco, esos aguajes
son protegidos por sus “madres”. Ellos son los dueños del aguaje, usan camisas
rojas, pantalones negros y sombreros; ellos cuidan sus plantas. Si alguna
persona va a destruir aguajales, las “madres”comienzan a llamar al viento con
su poder y precisamente viene un ventarrón sin ninguna lluvia y con este fuerte
viento la persona que está tumbando el aguaje se desmaya, con esos malos olores
que atrae el viento, ya sea olores de palos podridos, algunas resinas o algún
animal muerto. En todos estos malos olores que recibe, el hombre comienza a
debilitarse por el daño que hace la “madre” del aguajal. En el aguajal existen
todo tipo de plantas medicinales y plantas hechiceras. Todas ellas tienen sus
“madres” y con todas se relaciona el médico ayahuasquero, tsumi.
Hay una casa donde el tsumi
cocina su ayahuasca. Después de cocinarla, se va más allá, a un lugar
silencioso para tomar la ayahuasca y se sienta en una banquita icarando
(llamando a los espíritus) con cigarro mapacho; con la otra mano agarra la
shacapa (atado de hojas, para espantar a los malos espíritus). A su lado va a
poner el afrecho del ayahuasca que saca de la olla; la olla seguirá humeando
hasta que quede pura esencia de ayahuasca. Debe tener una planta de chacruna
para mezclar con el ayahuasca, porque sin esta mezcla no hace efecto, no hace
ver visiones. También debe tener un tronco de tabaco (cigarro mapacho) que se
utiliza en el mismo momento para que se acerque la “madre” del ayahuasca. Si el
tsumi en su visión ve que hay una vela prendida dentro de una casa, significa
que va a haber muerte en esa casa. Antes que muera la persona, su alma anda
vagando por el espacio, anda volando en el aire. Antes, cuando alguien moría,
las familias abandonaban las casas, de pena, y las hojarascas secas se
amontonaban sobre el techo.
Cuarto Sol, Iruaka
Es la ciudad más grande de
las almas. Ellas se relacionan con el médico ayahuasquero que vive aquí, en el
tercer espacio. Viven ahí personas buenas, aves, también hay estrellas,
candela, un camino por donde llegan los muertos de la tierra a la casa donde
juzgan a los buenos y malos. Se sabe que dentro de la casa grande de las almas
hay miles y miles de velas. Son velas de la gente que viven aquí en la tierra.
Las velas enteras y bien prendidas son las de la gente que va a tener larga
vida; las velas delgadas que están por terminar son para las personas que no
van a tener larga vida, y las velas que están terminándose son para la gente
que están en días de morir o de los más ancianos.
Al lado de la casa grande
hay un fuego ardiente donde son quemadas las almas malas; las almas que viven
dentro de la casa grande ellos las hacen cumplir sus castigos por los malos
actos que hacían aquí en el mundo con sus parientes. En cuanto llega el alma
malo al pie de una cruz grande que está al comienzo de la carretera, los
pájaros mai-mai, comienzan a gritar fuertemente. Al escuchar que gritan, las
almas de la casa grande vienen por las carreteras a encontrar el alma para
llevarle a la casa de ellos. Allí en la casa grande hay almas que son
guardianes que cuidan las velas y también vive el primer curaca kukama, quien
llegó primero a esa casa. Los muertos malos son quemados en la candela. La
ceniza lo riegan y forman las nubes del cielo. Sus espíritus se forman en boas,
tigres, aves extrañas. Y viven llamando en lugares peligrosos, en los bosques
oscuros y en sus chacras.
En las casas que se
encuentran entre las flores, pájaros, estrellas, nubes pequeñas, con los
mai-mai sobre la cumbrera (techo), viven las almas de los muertos buenos. Ellos
viven allí sembrando camote para que coman los muertos que van a venir. La
carretera del cielo está cubierta de flores. A ambos lados están los pájaros
mai-mai chupando las flores.
También hay dos señales que
son camino del Sol y camino de la Luna. El camino del Sol está más arriba que
el camino de la Luna porque estando cerca del tercer espacio, afectaría mucho a
la gente y a otros seres. Por eso Dios lo colocó en el último espacio, casi a
su nivel, y a la luna más abajo. Porque si el camino hubiera sido unido, en
cualquier momento habría eclipses. Por eso Dios hizo con su poder que cada cual
tenga sus caminos para caminar.
Quinto Sol, Pichka
Es de color celeste, en él
se encuentra Dios rodeado de sus ángeles en medio de las nubes grandes; desde
allí nos mira. También está el dios kukama, Kémari, una paloma transformado en
ángel. Dios es el anciano, vive en su techado, solamente sus ángeles lo hacen
sentar. Dios dice a sus ángeles: “Hijos, a ver, arranquen mi pelo para mirar si
es blanco”. Entonces ellos hacen como si le jalaran su pelo, pero no le
arrancan ningún pelo. Mientras que Dios no los ve, con la otra mano arrancan su
pelo de ellos. Arrancando su pelo, lo hacen mirar. “Dios padre”, le dicen,
“aquí esta tu pelo”. Dios padre dice: “¿Verdad que este será mi pelo? Porque yo
lo veo que está negrito”. Después de eso, nuevamente los ángeles lo hacen echar
en su pesebre. Si Dios padre mirara que su pelo es blanco, en ese preciso
momento se levantaría y vendría aquí a la tierra para hacer su juicio final y
crear otro nuevo mundo.
También, más abajito, se
encuentran los cerros y, elevado en medio de eso, vive el Cóndor mama. Él es
jefe de todas las aves de la tierra, desde allí mira a las otras aves para
poder ordenarles qué hacer.
Cuando el mitayero (cazador)
ve que el venado o la sachavaca caen en la trampa, pero que el animal haciendo
fuerza se arranca la soga y corre, al no poderlo alcanzar, solamente lo
maldice, diciendo: “Has corrido llevando la soga, morirás allí y te va a comer
el Cóndor mama”. Entonces, de cansancio, el venado se enreda en una rama y se
muere. El mitayero se comunica con el Cóndor mama y le dice: “Cóndor mama,
usted que miras desde lo alto, te invito que vengas acá al mundo a comer el
venado podrido”. Entonces baja el Cóndor por su camino por donde alumbra con la
luz del rayo, aquí al mundo. Después de comer, nuevamente sube al cielo por el
mismo camino hasta llegar al cerro más elevado.
Antiguamente el Sol estaba
casado con la Luna, pero un día se amargó con ella por el mal comportamiento de
sus hijos, las Siete Cabrillas (estrellas), que cuando salían a pescar
regresaban tarde a la casa. Entonces un día pelearon hasta decidir se-pararse.
La Luna cogió a sus hijos y se los llevó, lloró junto con ellos y subieron al
espacio, arriba de la ciudad de las almas, un poco más abajo de donde vive
Kémari. De esa manera la Luna sale a alumbrar junto con sus hijos en la noche.
El Sol se fue solo, por otro lado. Pero Kémari, al ver que estaban peleando, se
amargó. El Sol se hizo rojo, por avergonzado, y allí quedó hasta el día de hoy.
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